miércoles, 6 de abril de 2016

La última trinchera, un retrato de la justicia española

El título de este libro que acaba de publicarse alude a un grupo de jueces que, hoy por hoy, constituyen la última trinchera que defiende los derechos y libertades de los ciudadanos en una sociedad azotada por la crisis y la corrupción. El subtítulo, "un retrato inédito de los jueces que protagonizan la actualidad de nuestro país", aclara bastante sobre su contenido.

Presentación del libro en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

El libro contiene perfiles personales de estos jueces y sus trayectorias profesionales: quiénes son, cómo son, qué han hecho, cómo piensan.
  • Son los jueces que vienen ocupándose de casos tan sonoros como Nóos, Gürtel, los ERE de Andalucía, Bankia y otros no tan sonoros, pero que afectan a cuestiones esenciales de la vida de las personas como los desahucios o la violencia de género.
  • Su trabajo les ha granjeado enemigos poderosos, enemigos que acuñaron el término despectivo de "juez estrella", con el claro objetivo de desprestigiarlos. Como dice el juez Baltasar Garzón, pionero en muchos de los nuevos usos establecidos por estos jueces, "la mejor forma de presionar sobre una investigación es poner en la portada de los periódicos la foto del juez que instruye el sumario".
  • Baltasar Garzón fue uno de los jueces que decidieron liderar los sumarios que instruían, convirtiéndose así en jueces de trinchera. La corrupción, por ejemplo, no era algo nuevo; lo nuevo fue que algunos jueces empezaran a perseguirla con más ahínco y sin esperar al impulso del Ministerio Fiscal. Esos jueces se convirtieron en adalides de los derechos y libertades de los ciudadanos. De modo que los barómetros del CIS dan una imagen cada vez más positiva de los jueces y magistrados.
En este libro por primera vez se autorretratan y explican quiénes son, de dónde vienen, qué hacen, cómo lo hacen y, sobre todo, porqué lo hacen.

José Castro, el juez que sentó a una infanta en el banquillo
El caso Nóos es uno de los casos sonados que se plasman en el libro.
  • José Castro, en sus comienzos fue funcionario de prisiones, y considera esa etapa de obligado cumplimiento para que todos los miembros de la judicatura sepan adonde mandan a los condenados.
  • Luego, llegó a formar con el fiscal Pedro Horrach un tándem demoledor en la lucha contra la corrupción que adquirió tintes casi legendarios en Mallorca. Eran la pareja perfecta hasta que se les cruzó la infanta Cristina. Se distanciaron cuando Castro cambió de criterio y decidió imputarla. En todo caso, Castro no ahorra todavía hoy elogios al fiscal Horrach.
  • El juez Castro ha sufrido duras campañas de desprestigio promovidas por el PP y el gobierno balear. Ha sido espiado y ha sido víctima de seguimientos fotográficos, llegando a ver cerradas con silicona las cerraduras de su domicilio.
Mercedes Alaya, la jueza de los ERE
La batalla de la juez Mercedes Alaya (la única de los jueces retratados en el libro que no ha hecho declaraciones a los autores) lo ha sido por mantener en su poder los sumarios que afectaban a la Junta de Andalucía, enfrentándose a la jueza sustituta, Núñez Bolaños. Fue -dicen los autores del libro- un conflicto sin precedentes en la historia judicial española, conflicto que tiene que ver con la trascendencia de los sumarios y con la personalidad de la jueza Alaya.
  • La Junta andaluza y el PSOE la querían lo más lejos posible, mientras que el PP ha maniobrado para que mantuviera el control sobre unos sumarios que resumían la política social de la Junta: cursos de formación a desempleados y ayudas y avales a empresas andaluzas. El problema fue que, en una Andalucía con las arcas públicas repletas por el dinero de los fondos europeos más los ingresos fiscales del pujante negocio inmobiliario, no se aplicaba un control eficaz del gasto, y de ese descontrol se beneficiaron algunos desaprensivos.
  • Mercedes Alaya, que sostiene que, desde la justicia, no se puede acabar con la crisis, pero sí, poco a poco, con la corrupción, es consciente de que ella y otros han iniciado una nueva forma de hacer justicia, sin miedo a los poderosos.

Menores, desahucios, violencia contra la mujer...
Otros asuntos tienen mucha menos trascendencia mediática, pero no son menos importantes a la hora de hacer una justicia más humana.
Entre ellos están los que afectan a los menores, y en este campo el juez Emilio Calatayud, con sus sentencias peculiares es toda una institución.
  • Perteneciente a la primera promoción de jueces de menores, el juez Calatayud tiene siempre en mente la reinserción de los penados, la necesidad de darles una nueva oportunidad a una edad en que esa oportunidad puede ser esencial. Por eso se esfuerza en dictar sentencias útiles en ese sentido, demostrando una notable capacidad de invención a la hora de dictarlas (aprender a leer, tareas sociales...).
  • No sólo ha conseguido un alto porcentaje de éxitos con sus sentencias, sino el agradecimiento de numerosos menores que, gracias a él, han encarrilado sus vidas. Varios de ellos hablan en el libro mostrando explícitamente ese agradecimiento y dando el mejor y más elocuente testimonio sobre la labor de este juez.
Ana María Ferrer, la primera mujer en llegar a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
  • Ferrer, que, en sus comienzos, tuvo problemas por el hecho de ser mujer con algún policía machista, tuvo que enfrentarse a la corrupción en su propio juzgado y estuvo entre los jueces que iniciaron la pequeña revolución de bajar a los calabozos a interrogar a los detenidos, algo mal visto por sus mayores.
  • Su generación fue el motor de la transformación de la Justicia. No descarta llegar a la presidencia del Tribunal Supremo en cuya Sala de lo Penal fue pionera.
Otra medida revolucionaria fue la de José María Fernández Seijo cuando decidió saldar las deudas que un matrimonio de jubilados tenía con los bancos. Habiendo entregado ya su vivienda, y no pudiendo asumir sus deudas, consideró al matrimonio "deudores de buena fe, deudores accidentales que se han visto abocados a una situación no deseada de insolvencia definitiva".
  • Pero el nombre de Fernández Seijo está asociado al del inmigrante Mohamed Aziz, que se vio en la calle por dejar de pagar cuatro cuotas de su hipoteca. Seijo anuló tres cláusulas de la hipoteca: la que fijaba los intereses de demora en un 18'75%, la que ponía en marcha el desahucio por un único impago y la que fijaba de manera unilateral le deuda pendiente.
  • El caso Aziz, aunque éste no recuperara su casa, se convirtió en un símbolo al asumir el Tribunal de Justicia de Luxemburgo que su desahucio vulneró la legislación comunitaria sobre protección a los consumidores.

La violencia contra la mujer es otra cara del factor más humano de la justicia. En España, entre 1999 y octubre de 2015, 1.025 mujeres han sido asesinadas. La juez Sonia Chirinos viene ocupándose de esos casos y acumulando la tensión y la carga emocional de las vistas y las guardias de setenta y dos horas.
  • Su experiencia le lleva a sostener que "la igualdad debe sentirse, no pensarse" y que "la violencia es la explosión de una conducta que desgraciadamente padecemos todos".
Jueces que podían a primera vista parecer acomodaticios para unos, resultan todo lo contrario.
Es el caso de Pablo Ruz, alguien de personalidad poliédrica al que le cayó el sumario de los sumarios: la trama Gürtel.
  • Antes, zanjó la teoría de la conspiración del 11-M, calificando las pruebas solicitadas por la AVT de "manifiestamente impertinentes, inútiles, dilatorias y perjudiciales para los fines de la instrucción".
Otro juez poliédrico o desconcertante es Santiago Pedraz.
  • Pedraz, apoyándose en el poderoso impulso dado por Baltasar Garzón a favor de la jurisdicción universal de ciertos delitos, ha seguido esa senda en casos como el de la muerte del periodista José Couso por tropas norteamericanas en Irak, o el del genocidio de indígenas en Guatemala.
Con esos casos, y pese a los vaivenes dados por la posibilidad de una jurisdicción universal, la Audiencia Nacional ha ganado un enorme prestigio internacional, llegando a que las resoluciones de la justicia española se estudien en todas las universidades del mundo.

La imputación a funcionarios israelíes por crímenes contra la humanidad por el bombardeo a la flotilla humanitaria de Gaza fue obra del juez Fernando Andreu, el mismo que impuso una fianza récord a los responsables de Bankia (800 millones) y que, años antes, había tenido que llevar escolta en el País Vasco al haberse situado en el punto de mira de Egin por algunas de sus decisiones.

LOS AUTORES
Javier Álvarez
(Madrid, 1960) estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid e inició sus primeras colaboraciones en Diario 16 y donde se podía. Trabajó en la primera plantilla de los servicios informativos de la radio autonómica Onda Madrid hasta 1990, cuando le fichó la Cadena Ser.
Desde entonces se especializó en la información del ámbito jurídico, y en la actualidad es redactor jefe de Tribunales e Interior de dicha cadena. En 2004 fue premio Ondas al trabajo colectivo de radio por el tratamiento informativo de un acontecimiento como los atentados islamistas del 11 de marzo de 2004.

Luis Fernando Rodríguez
(Madrid, 1963) es licenciado en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y diplomado en Gestión de Redes Sociales por el instituto de Formación Empresarial de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid. Fue redactor en la revista Derechos Humanos, editada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDH); después en la agencia de noticias Servimedia, propiedad de la Fundación ONCE, y en la agencia de noticias Colpisa, del Grupo Vocento, donde llegó a ser redactor jefe y subdirector.
En 2011 trabajó para el Consejo General del Poder Judicial como asesor de comunicación. Ha colaborado en distintos medios sobre temas judiciales y actualmente es director del Gabinete de la Consejería de Justicia, Administración Pública, Reformas Democráticas y Libertades Públicas de la Generalitat valenciana.

Editorial: Planeta PENÍNSULA
PVP: 20 euros.
Fotos: M. Machín

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