En
España hay miles de celebraciones de Semana Santa porque cada
pequeño pueblo o gran ciudad tiene la suya... y todas son
conmovedoras. Castilla y León
puede presumir de algunas de las más solemnes y espectaculares, de
hecho es la Comunidad española que más Semanas Santas han sido
declaradas Fiestas de Interés Turístico,
entre ellas destacan las ocho que son de Interés Turístico
Internacional, y una de ellas, desde 2011, es la de Medina
del Campo. La ilustre villa se prepara
también para acoger el XXXV Encuentro
Nacional de Cofradías en septiembre. Enrique
Sancho
David
Vallina Gay - Atardecer
Sus méritos son muchos
pero entre ellos destaca el ser la que tuvo las procesiones de
disciplina más antiguas de España (y del mundo), cuando San Vicente
Ferrer, allá por el año 1411, llegó a Medina con el afán de
predicar en un viaje impulsado por Don Fernando, rey de Aragón y
medinense de origen.
La palabra del
dominico, caló bien hondo y así se originaron las primeras
procesiones y más tarde hermandades. Al cumplirse 600 años de
aquellas primeras procesiones, Medina del Campo consiguió el título
de Fiesta de Interés Turístico
Internacional.
Pero los atractivos
de la Semana Santa medinense no acaban ahí. Vía crucis, pregones,
traslados y procesiones de vísperas, fervor, religiosidad,
silencios, fuegos, arte, gastronomía... se celebran en el marco de
una ciudad monumental que tiene el castillo de la Mota, del siglo
XV, uno de los más grandiosos y mejor conservados de España, como
principal icono, al que se unen la Plaza Mayor más grande de
España, el Palacio Real Testamentario donde murió Isabel la
Católica tras dictar testamento en 1504, la Colegiata de San
Antolín construida en los siglos XVI y XVII, con una bella
decoración interior y una altar central dedicado a la Virgen de las
Angustias, Patrona y Alcaldesa Perpetua de Medina del Campo, y una
docena más de iglesias, ermitas y conventos.
Toda la villa
rebosa religiosidad, seguramente al haber sido tierra de místicos
poetas, donde es posible seguir las huellas de Santa
Teresa de Jesús, en el convento carmelita de
San José, o de San Juan de la Cruz, en la capilla que lleva su
nombre, levantada en el lugar donde cantó misa por primera vez.
Tres torres que
compiten en belleza y altura señalan la situación de los
principales templos de la ciudad. La menor es la de la iglesia de
Santiago el Real, que alberga el sepulcro del marqués de la
Ensenada; la mediana se encuentra en la iglesia de San Juan
Bautista, en la cercana Rodilana, orgullo de los medinenses. La
torre más alta proyecta la sombra de sus cincuenta metros de
altura, sobre la iglesia de San Antolín.
Pero hay más, el
convento gótico de Santa María Magdalena guarda las pinturas de
Luis Vélez y un precioso Calvario. Muy cerca, el monumento al
encuentro de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, da la
bienvenida a la monumental iglesia de la Inmaculada Concepción. La
parroquia de San Miguel Arcángel, los conventos de Santa Clara, de
Santa María la Real, de los Carmelitas Descalzos, la ermita de San
Roque y la de la Virgen del Amparo completan el mapa espiritual del
casco antiguo de Medina del Campo.
José
Antonio Estebán - VIA CRUCIS
Donde el silencio se
escucha
Resulta especialmente emotivo
vivir la Semana Santa de Medina del Campo
a la sombra de sus iglesias y sus otros monumentos o en las
recónditas callejas que todavía sobreviven en una villa que siempre
ha sido animada, comercial y ferial y que acoge a más de 20.000
medinenses, cuando todo desaparece y solo queda el paso silencioso y
solemne de los cofrades (más de 3.000 en nueve cofradías
penitenciales) y el empuje a hombros de los artísticos pasos en 17
desfiles procesionales.
Todo es importante y
se vive con intensidad y fervor, pero si hay que elegir, no hay que
perderse en la tarde del Domingo de Ramos con la Meditación de las
Siete Palabras celebrada este Domingo de Ramos, partiendo del
Santuario de Nuestra Señora del Carmen cuando el Cristo del Amor es
iluminado en su camino por las velas que portan sus fieles.
Durante los rezos y
cánticos también se encoge el corazón, tal y como ocurre en los
Rosarios de Penitencia con los Avemarías entonados por los hombres.
Pero si algo caracteriza a
la Semana Santa de Medina del Campo es su profundo respeto y
solemnidad.
Los silencios son
casi sagrados y la mejor escenificación de esto quizás ocurra el
Miércoles Santo durante el Vía Crucis Popular. Durante todo el
recorrido, miles de personas acompañan al Cristo Crucificado sin
que nada se oiga, silencio que sólo se rompe con los sentidos rezos
y cánticos penitenciales.
La Cofradía del
Santo Descendimiento del Señor portará a hombros por primera vez
al Cristo de Vía Crucis en una de las procesiones populares más
multitudinarias de la villa. Por otro lado, la imagen se incorpora
en carroza a la Procesión del Silencio, precediendo al paso titular
de la Cofradía y completando un espectacular conjunto de imágenes
de Cristo del siglo XVI que hacen de esta procesión un recorrido
escultórico único en el mundo por la Pasión y Muerte de Jesús.
Mención aparte merece la
Procesión de la Vera Cruz,
el Jueves Santo por la noche, que, en un ejercicio de austeridad, los
cofrades se despojan de sus capas, desfilando únicamente con sus
hábitos. Los pasos prescinden de todo artificio, ya sean flores,
velas, luces y adornos. También llamada Procesión
de los Faroles, en los que las calles se
tornan silenciosas y los cofrades alumbrando con sus faroles
acompañan a las bandas con sus tambores, culminando la peregrinación
con el canto del Miserere al llegar a la Plaza Mayor.
En las primeras horas
de la madrugada cobran valor las palabras del que fuera presidente
de la Junta de Semana Santa hasta el pasado 2023, Carlos García
Serrada, pregonero de este año: “una Villa de las Ferias que
sirve de contraste con su fría noche castellana, al mismo tiempo
que se palpa el calor de su pueblo”.
El Viernes Santo
también deja la impresionante imagen de un Cristo Crucificado al
amanecer junto a las murallas del imponente Castillo de la Mota, con
los cofrades llevando a hombros el Cristo de las Claras.
Más tarde la
procesión del Silencio a la que acuden todas las cofradías con sus
correspondientes pasos, y en la madrugada se celebra la Procesión
de la Liberación, celebrada por primera vez en 2015, en la que los
cofrades de Cristo en su Mayor Desamparo acompañan en procesión a
la imagen titular que da nombre a la cofradía en andas y
alumbrándolo con antorchas. Esta imagen, obra de Ricardo Flecha,
escultor zamorano muy vinculado a Medina del Campo y fallecido hace
pocos meses, resultó un tanto polémica la primera vez que se
exhibió en 2011 en el Centro Cultural San Vicente Ferrer ya que
mostraba un Cristo totalmente desnudo en brazos de la muerte. Para
poder procesionar hubo que añadirle un “velo de pureza” y hoy
es uno de los pasos más queridos en la localidad.
Juan
Carlos García Zurdo - DOLOR Y SENTIMIENTO
Oficio de
Tinieblas
Precisamente es la organización
del Cristo en su Mayor Desamparo quien ha recuperado la celebración
de los "Oficios de Tinieblas",
una serie de servicios litúrgicos que forman parte de la tradición
cristiana durante la Semana Santa que tienen su origen en la Edad
Media y que prácticamente han desaparecido en la actualidad.
Se caracterizan por
ser servicios que se realizan en la oscuridad o con una iluminación
mínima, simbolizando el luto y la tristeza por la muerte de
Jesucristo en la cruz. Los Oficios de Tinieblas son una manera de
reflexionar sobre el significado profundo de la Semana Santa,
recordando la Pasión y Muerte de Jesús antes de celebrar la
alegría de su Resurrección en el Domingo de Pascua.
Y de alegría trata la
reunión de unos 300 cofrades que forman parte de las bandas de
cornetas y tambores y agrupaciones musicales de todas las hermandades
de la villa, que se unirán en el momento del encuentro triunfal del
Jesús Resucitado y la Virgen de la Alegría en la Plaza Mayor de la
Hispanidad, a las 12 de la mañana, para dar comienzo así a la
Procesión de Resurrección, con la interpretación conjunta del
Himno de la Alegría, incorporándose posteriormente a cada
cofradía.
Encuentro Nacional de
Cofradías
La Semana Santa es una especie
de preámbulo del XXXV Encuentro Nacional de Cofradías que tendrá
lugar también en Medina en septiembre de 2024, y que se presenta
como una reflexión compartida del mundo cofrade en torno al presente
y futuro de los Encuentros y las cofradías en la sociedad española
actual.
El Encuentro Nacional
se celebrará del 20 al 22 de septiembre de 2024. La sede principal
del evento se establecerá en el Auditorio Emiliano Allende de la
villa, y contempla entre las actividades paralelas una edición
especial de Mundo Cofrade, la organización de una gran exposición
sobre la Semana Santa de Medina del Campo, Fiesta declara de Interés
Turístico Internacional, y una visita a Villagarcía de Campos,
municipio vallisoletano donde se iniciaron los Encuentros de
Cofradías en los años 80 del pasado siglo.
El contenido del
Encuentro girará alrededor de una serie de mesas de trabajo que
compartirán conclusiones con todos los asistentes, que también
tendrán la oportunidad de descubrir y participar en momentos
íntimos de la Semana Santa de Medina del Campo como un Rosario de
Penitencia, acompañar al Cristo de Santa Clara en su camino hacia
el Castillo de la Mota u homenajear al escultor Ricardo Flecha,
recientemente fallecido, acompañando en el X Aniversario de su
Cofradía a la sobrecogedora imagen de Cristo en Brazos de la
Muerte. El Centro San Vicente Ferrer y todo el innumerable
patrimonio religioso de Medina tendrá jornadas de puertas abiertas,
visitas guiadas y actividades especiales.
Tiempo para el ocio y
la gastronomía
Tanta procesión y
recogimiento, pide en otro momento algo de ocio y recuperar fuerzas.
No hay problema porque se está en el lugar ideal. La Tierra de
Medina es una comarca dedicada a la agricultura y a la ganadería en
la que los productos de la tierra son la base de su gastronomía.
Lo que fundamenta la
cocina medinense no es la sofisticación de sus recetas sino más
bien el uso de una materia prima de calidad que se puede disfrutar
en cualquiera de sus productos. Y aunque es cierto que los
medinenses viven la Semana Santa en la calle, hay otro escenario
fundamental que justifica el recuerdo entrañable de estas fechas:
las reuniones de amigos y familiares. Es ahí donde, al calor de la
conversación, la gastronomía de esta tierra se erige como
protagonista. Original y auténtica de por sí, los días de Pasión
se viven en torno al sabor del potaje de garbanzos y el bacalao
cocinado de mil formas en los fogones medineses: al ajo arriero, al
pil-pil, en salsa verde...
La tarde de Jueves
Santo es costumbre antigua recorrer siete
iglesias visitando al Santísimo en los altares preparados para ello.
Pero también es costumbre antigua recorrer siete iglesias, en este
caso de techo bajo, es decir, bares, mesones o tabernas donde hay que
“matar judíos” que no es otra cosa que beberse un vaso de
limonada, como se dice en Medina, con poco limón y más vino, o de
sangría como se conoce en otros lugares. Buen vino de la tierra,
limones macerados y azúcar y un toque de orujo, para preparar esta
bebida dulzona que se puede acompañar con una torrija, regada con
miel o con almíbar que es el postre que no puede faltar estos
días.
Y al llegar el Domingo de
Pascua, o antes, un buen lechazo de la tierra
o un cochinillo asado al horno de leña al estilo de Medina. Por
supuesto todo ello regado con buen vino de Rueda o el más modesto
“clarete” de Cigales. Y si de endulzarse la vida se trata, nada
que mejor que acercarse al obrador del convento de las Madres
Clarisas donde los empiñonados, las pastas de te o los hojaldres
harán las delicias de los más golosos.
Más
información:
https://www.semanasantamedina.es/
https://encuentrocofradiasmedina.es/